Start of Main Content

The Museum is Open

The Museum building will remain open to the public through October 17, 2025. For more information about visiting the Museum, please visit Plan Your Visit.

Martin Weiss: la selección en Auschwitz

First Person Podcast Series

Martin Weiss relata su deportación en mayo de 1944 del ghetto de Munkacs, que en ese momento formaba parte de Hungría, y su llegada a Auschwitz-Birkenau, el mayor centro de exterminio nazi.

Transcripción

MARTIN WEISS: “Separaban a los hombres de las mujeres, luego teníamos que hacer cola y un oficial nos decía que fuéramos a la izquierda o a la derecha. Si uno iba a la izquierda, iban a matarlo. Si uno iba a la derecha, iba a trabajar”.

NARRADOR: Más de sesenta años después del Holocausto, el odio, el antisemitismo y el genocidio todavía amenazan a nuestro mundo. Las historias de vida de los sobrevivientes del Holocausto trascienden las décadas, y nos recuerdan que permanentemente es necesario ser ciudadanos alertas y poner freno a la injusticia, al prejuicio y al odio, en todo momento y en todo lugar.

Esta serie de podcasts presenta fragmentos de entrevistas a sobrevivientes del Holocausto realizadas en el programa público del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos llamado En primera persona: conversaciones con sobrevivientes del Holocausto.

En el episodio de hoy, Martin Weiss le cuenta al presentador, Bill Benson, cómo fue su deportación y su llegada a Auschwitz, el mayor centro de exterminio nazi.

MARTIN WEISS: Un día, hicieron detener un tren con vagones de carga e inmediatamente nos hicieron subir a esos trenes, a los vagones de carga.

Recuerde que en ese momento nos íbamos como húngaros. Estábamos ocupados por Hungría. Había unas 125 ó 135 personas en cada vagón de carga. Recuerde que íbamos tanto jóvenes como viejos… Tenía un tío con tuberculosis. Tenía tuberculosis y estaba en un sanatorio. Hasta a él lo trajeron, en una camilla. No iban a dejarlo. Y lo enviaron a…

BILL BENSON: Y lo enviaron a Auschwitz.

MARTIN WEISS: Murió antes de que lo enviaran, pero la cuestión es que no dejaban a nadie. Esa era la situación. Y nos subieron a un tren. Como ya mencioné, nos subieron a un tren con 125 ó 135 personas en cada vagón de carga con paquetes. Sin instalaciones sanitarias ni agua ni comida. Durante tres días y noches, estuvimos en el tren.

Finalmente, llegamos a Polonia. Francamente, estábamos muy asustados porque habíamos escuchado todas las cosas que sucedían en Polonia. Además, porque vimos por la abertura de la puerta los nombres de las ciudades y también escuchábamos que afuera hablaban en polaco. Sabíamos que estábamos en serios problemas.

Pero nunca habíamos escuchado hablar de Auschwitz hasta que llegamos allí. Llegamos a Auschwitz durante la noche, aproximadamente a las doce… No recuerdo con exactitud, era tarde a la noche, eran como las doce de la noche. Abrieron las puertas y nos vimos rodeados por reflectores. Salimos del tren. Quien haya visto un manicomio o pueda imaginar el infierno, bueno, esto debe haber sido algo así. Porque todos trataban de aferrarse a sus hijos; trataban de no soltarse. Mientras tanto, había gente vestida con esa ropa a rayas que puede verse en el Museo, que vestían los prisioneros. Era la primera vez que los veíamos; caminaban con palos grandes gritando y vociferando: “Schnell. Schnell”, “¡Salgan!” y “¡Muévanse! ¡Muévanse rápido!”. Todos trataban de no soltarse y todos estaban muertos de miedo. Como dije, los reflectores nos encandilaban.

Mientras tanto, tenían guardias, con el dedo en el gatillo, diría, y perros policía alemanes que nos rodeaban. Hasta el día de hoy, no lo comprendo, ya que todo estaba cerrado en un patio con cercas electrificadas. Y nadie podía escaparse a ningún lado.

En cuanto bajamos, comenzaron a separarnos, los hombre de las mujeres. Luego teníamos que hacer cola. Todo tenía que hacerse muy rápido, a toda velocidad. Estos tipos con palos caminaban y nos obligaban a apresurarnos. La Gestapo lo supervisaba. Todos, fueran agresivos o no, tenían que actuar con agresividad. Algunos lo eran, otros solamente actuaban de esa manera. De todos modos, separaban a hombres de mujeres. Luego teníamos que hacer cola y un oficial de pie nos decía que fuéramos hacia la izquierda o la derecha. Si uno iba a la izquierda, iban a matarlo. Si uno iba a la derecha, iba a trabajar. Básicamente, ésta fue nuestra iniciación o nuestra primera experiencia en Auschwitz.

Por supuesto, nunca habíamos escuchado hablar de los crematorios. Nunca habíamos escuchado que hubiera algo como esto. Ni siquiera estaba en nuestro vocabulario; sencillamente no existía. Pasamos y nos eligieron: a mi padre, algunos de mis parientes y mucha otra gente de mi pueblo. Hicimos cola. Yo no era muy robusto. Tenía unos 15 años; en realidad, para mi edad era de contextura pequeña. Resultó que fui el único de los muchachos de mi edad que salió con vida; de unos 30 ó 35 muchachos; a todos ellos los enviaron a matar la primera noche que llegamos a Auschwitz. Yo se lo atribuyo a que yo llevaba dos o tres camisas, porque nos habían advertido sobre el trabajo, por eso quería parecer más grande y de alguna manera pasé. En realidad, fue una cuestión de suerte.

Luego pasamos por las duchas. O antes de ir… Nos separaron y fuimos elegidos para trabajar. Nos agruparon y el resto de la gente se fue a otro lado. Mientras estábamos parados allí, noté que había un pequeño espacio entre nosotros y había un grupo de personas, y vi que mi madre y mis dos hermanitas estaban del otro lado. Entonces, le dije a mi padre: “Voy a correr por este espacio para irme con mi madre porque podré conseguir comida o algo”. Porque mis hermanas eran muy jóvenes para poder hacerlo y de esta manera podía ayudarlas.

Esta página también está disponible en inglés.