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Tad Stahnke

Tad Stahnke cree que la discriminación puede existir en cualquier sociedad y afectar a cualquier individuo. Nos incumbe a todos —y es nuestra responsabilidad— confrontar la violencia y el prejuicio en nuestras comunidades.

La transcripción completa

TAD STAHNKE: Los crímenes violentos motivados por el odio son un problema compartido. De modo que no es una mancha que cae sobre un país en particular, sólo por el hecho de existir. El valor real de una sociedad es la respuesta que da a este problema.

ALEISA FISHMAN: Tad Stahnke cree que la discriminación puede existir en cualquier sociedad y afectar a cualquier individuo. Los prejuicios se propagan y mutan, dice. Nos incumbe a todos —y es nuestra responsabilidad— confrontar la violencia y el prejuicio en nuestras comunidades. A través de su trabajo en la organización Human Rights First, y de sus experiencias personales, Stahnke ha descubierto que el primer paso, tal vez, es la empatía.

Bienvenido a Voces sobre el antisemitismo, una serie de podcasts del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos, que ha sido posible gracias al generoso apoyo de la Fundación Oliver y Elizabeth Stanton. Me llamo Aleisa Fishman y seré su presentadora. Cada dos semanas, recibimos a un invitado para reflexionar sobre las muchas maneras en que el antisemitismo y el odio influencian nuestro mundo en la actualidad. Desde la ciudad de Washington, les presento a Tad Stahnke.

TAD STAHNKE: No tenía idea de que terminaría haciendo algo así. En realidad, nunca hubiera soñado hacer algo como esto. Pero pertenezco a un grupo minoritario y viví en carne propia lo que significa crecer como parte de una minoría en los Estados Unidos. Así que me dijeron “judío roñoso” muchas veces en el colegio y eso nunca me cayó muy bien. Pero, como adulto, tuve una experiencia interesante. La primera vez que viajé al extranjero, estaba en Londres caminando por la calle. Había pasado un tiempo en Asia, así que tenía una barba larga y estaba bastante bronceado. Y varias veces en la calle me llamaron “paqui”. Supongo que la gente pensaba que era paquistaní.

Y, para mí, eso creó una cierta solidaridad con la gente que podía verse atacada de esa manera, sólo por el aspecto que tenía, y por lo que la gente pensaba que yo era. Cuando alguien te grita y te dice que te vayas de su país, empiezas a pensar en la situación en la que esa otra gente está viviendo, día a día, sujeta a ese tipo de abuso, a ese tipo de odio sosegado. Te dan ganas de devolver la bofetada. Así que tomé mi formación como abogado y la dirigí hacia los derechos humanos, y específicamente hacia la libertad religiosa, la protección de la libertad religiosa y la lucha contra los crímenes violentos motivados por el odio.

Desde 2002, Human Rights First ha trabajado para combatir los crímenes de odio y la violencia antisemita, racista, xenófoba, antiislámica, homofóbica en los 56 países en Norteamérica y Europa pertenecientes a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.

Una de las maneras más importantes de combatir este tipo de violencia, para una organización como la nuestra, es llamar la atención siempre que ocurra e intentar continuamente llamar la atención sobre los fallos de los gobiernos para responder a determinados incidentes o los fallos como una cuestión de política de Estado. Es verdad que, en los más altos niveles políticos, estos son temas que no… que no se discuten libremente. Pero, intentamos hacer énfasis en que tener una actitud firme al lidiar con estos tipos de tensiones y violencia es lo más conveniente para un país.

Las personas juegan un papel importante. Los esfuerzos de cooperación entre las etnias y entre los distintos credos pueden demostrar que, desde el punto de vista de la comunidad, no habrá ninguna tolerancia para este tipo de incidentes. Y que se los condenará. Y que las cosas que suceden a escala local tienen repercusiones nacionales e internacionales. La cantidad de diferentes tipos de prejuicios que entran en juego en esto es innumerable. Y cualquiera puede ser una víctima. No solamente los judíos. No sólo los musulmanes. No sólo las personas de ascendencia africana. No sólo los gays y las lesbianas. Los hispanos y otros inmigrantes, las personas consideradas extranjeras. Afecta las vidas de tanta gente. Y cuánto más nos demos cuenta de eso, con más fuerza exigiremos una respuesta.