Describe sus experiencias cuando se estaba escondiendo [Entrevista: 1990]
US Holocaust Memorial Museum - Collections
La transcripción completa
Había un nuevo campo que al principio consistía solo en seis bloques, barracas. Y por la noche nos llevaron a nuestra barraca. Esa iba a ser nuestra barraca por el resto del año. Las condiciones de ese lugar eran mucho peores que en Sachsenhausen. Durante el día, teníamos que marchar a la cantera de piedra. Diría que quedaba a unos 20 minutos de ahí. Era un terreno montañoso y ahí nos hacían trabajar. Teníamos que trabajar en esta cantera y cargar piedras pesadas, y la gente se moría como moscas. En el camino de regreso, todos teníamos que llevar una piedra grande sobre los hombros hasta el campo; al llegar a casa —es decir, a las barracas, al campo— luego del informe, contaban cuántas personas quedaban o si la cantidad de gente que regresaba era la misma que se había ido. Decían: “Vuelvan todos al campo, a las barracas, pero que los judíos se queden”. Y teníamos que continuar construyendo el campo hasta las doce de la noche. Todo esto sin comer. Cuando volvíamos a las barracas, estábamos tan cansados que ni siquiera teníamos apetito. Nos dormíamos. Y por la mañana, a las cinco o seis en punto, otra vez arriba y otra vez lo mismo.
Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. Después de la ocupación alemana, Sarah (que en ese momento tenía solamente tres años) y su madre fueron internadas en un gueto. Un día, un policía polaco católico les avisó que el gueto estaba por ser liquidado y dió refugio a Sarah y su madre primero en su casa, después en un sótano donde se guardaban las papas, y luego en un gallinero en su propiedad. Sarah se escondió ahí por más de dos años, hasta que el área fue liberada por las fuerzas soviéticas. Después de la guerra, Sarah emigró de Europa—primero a Israel en 1947 y después a los Estados Unidos en 1963.